lunes, 11 de junio de 2012

Domingo 18 de diciembre del 2011Seguridad

Violencia infantil, los golpes que marcan futuro de los menores

Santiago Molina | QUITO
QUITO. Las cifras del maltrato infantil, ilustradas en una fotoproducción, son preocupantes según autoridades.
QUITO. Las cifras del maltrato infantil, ilustradas en una fotoproducción, son preocupantes según autoridades.

Pedro en seis meses más será mayor de edad. Trabaja en una ferretería en el sur de la capital y al momento comparte un cuarto con dos amigos en el sector de Guamaní.

El joven tiene ojos color miel, sus manos cobrizas son gruesas y su estatura es pequeña. Viste un pantalón de tela plomo, una camisa y un buzo largo de rayas negras y verdes, que dice le regaló su madrina Rosa.

A primera vista Pedro parece un chico con una vida normal, pero con él se evidencia otra situación.

Al levantarse los puños de la camisa blanca aparecen tres manchas sobre la piel, de esas hechas por golpes. “Yo tenía 11 años cuando dejé mi casa en El Tejar (Cotopaxi). Mi madre todo lo arreglaba a golpes y estas tres señales demuestran que cometí una falla que solamente podía ser arreglada a palos”, cuenta el chico mientras escucha una canción de su ídolo Jaime Enrique Aymara.

La imagen que Pedro guarda de su casa es la de un viernes en la tarde, hace ya casi seis años, cuando cogió una mochila pequeña con ropa. Luego su recuerdo sufre un salto largo que lo lleva a los exteriores de la terminal terrestre de Cumandá, en el centro de Quito, ciudad a la que llegó en busca de un amigo del barrio.

La madre de Pedro era una mujer de unos 45 años a quien su marido la abandonó con cuatro hijos a cuestas. Ella se dedicaba a lavar ropa, trabajar en la tierra y de vez en cuando a moldear barro para tejas.

“Luego de que mi papá nos dejó, mi mamá se dedicó a beber. Cada vez que hacíamos algo malo ella nos apaleaba. La última vez que me pegó ella estaba borracha y mientras me daba duro con un palo me insultaba por haber dejado morir una gallina”, afirma Pedro.

La psicóloga Treacy Vinueza sostiene que el maltrato infantil puede ser el generador de individuos violentos con un carácter de resentimiento contra una sociedad, que creen, no los respetó, ni los defendió.

“Un niño golpeado y humillado tiene grandes probabilidades de repetir la conducta con la que le educaron cuando llegue a adulto. La falta de una familia hace que se busquen referentes de cariño en lugares equivocados”, expresa Vinueza.



Datos del Consejo Metropolitano de Protección Integral a la Niñez y Adolescencia (Compina) de Quito revelan que las formas más comunes de maltrato contra este sector de la población son el psicológico y físico, aunque se registran también datos por violencia sexual y maltrato institucional.

Entre enero y junio del 2011, el Compina, a través de sus dos Juntas Metropolitanas de Protección de Derechos (JMPD) resolvió 906 casos de maltrato y se prevé que hasta finalizar este año la cifra pueda alcanzar los 1.900. Solo en el primer semestre las JMPD ubicadas en el centro histórico y la Delicia, en la capital, receptaron 715 denuncias por maltrato psicológico y 642 por maltrato físico.

En la provincia del Guayas según cifras del Instituto del Niño y la Familia (INFA) obtenidas en los centros de restitución de derechos que funcionan en Guayas, en el 2010 se reportaron 2.650 casos de abandono o negligencia de los padres o responsables del cuidado de los menores de edad. Ese es el principal tipo de maltrato; le siguen las agresiones físicas, con 980 hechos; psicológicas, con 837 denuncias; y abuso sexual, que dejó en un año 850 víctimas.

Las estadísticas del INFA demuestran que en las ciudades de Quito y Guayaquil el 27% de la población hasta 10 años es castigada al menos una vez por semana.

Ricardo Viera, abogado del Compina, explica que el maltrato contra los menores no solo se queda en el acto que violenta los derechos de niños, niñas y adolescentes, sino que trasciende al plano de los operadores de justicia que en lugar de proteger los derechos de los afectados los termina conculcando aún más, en la mayoría de casos, con sentencias alejadas de la realidad.

Pedro cuenta que cuando llegó a la capital se juntó con chicos que le enseñaron a beber, fumar e incluso a robar. El muchacho refiere que hasta fue parte de una pequeña pandilla que existía por donde él vivía. “Ellos me decían que ahora son mi familia y que por la pandilla se debe hacer todo. Un año estuve con ellos, pero me fui porque una señora me llevaba de vez en cuando para que le ayudara en su tienda”.

En medio de la conversación, Pedro resalta que le da pena que haya padres que maltraten a sus hijos y cuenta que se desesperó hace dos semanas al ver en la televisión el caso de una señora que supuestamente había matado a golpes a su hijo de tan solo un año de edad.

Pedro se refiere al caso de Cristhoper, un niño que murió en Quito, el pasado 25 de noviembre, debido a una hemorragia cerebral, fractura de cráneo y trauma craneoencefálico. La conclusión de la médico legista Sonia Herrera revelaba que esta fue una muerte violenta, con un diagnóstico clínico denominado Síndrome del Niño Maltratado.

Por ese hecho, la madre del menor, María Cárdenas, de 19 años, y el padrastro del niño, Álex Estacio, de 24, recibieron prisión preventiva.

Cárdenas, en primera instancia, adujo que los hematomas que presentaba el cuerpo del niño se debían a una enfermedad que tenía, pero ante la prensa aceptó que el niño se le cayó de sus brazos.

“El examen médico revela agresiones físicas. La madre del menor y el padrastro aún deben explicar el porqué existían huellas de violencia en el cuerpo y además el porqué varios de los moretones querían ser ocultados con maquillaje”, explicó uno de los agentes del caso.

La muerte de Cristoper no hace parte ni de las estadísticas por violencia intrafamiliar, ni tampoco por maltrato infantil, sino de la cifras por homicidio en Quito, que hasta noviembre del 2011 supera los 200 casos.

Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que los lactantes y niños en edad preescolar son los más expuestos a fallecer a causa de un maltrato. En cambio, la Unicef reseña que diariamente miles de menores en el mundo son maltratados física y psicológicamente por padres, madres, parientes, profesores, o por cualquier adulto que considere el castigo físico “aceptable” y hasta “necesario”.

Una agente de la Dirección Nacional de Policía Especializada en Niños Niñas y Adolescentes (Dinapen) explica que uno de los mayores problemas que genera el maltrato infantil, de cualquier tipo, es que la víctima termina creyendo que fue culpable de lo que le sucedió y que se lo merece.

Pedro acepta que al principio pensaba que los golpes “eran para su bien”, pero luego de ver que la educación de un familiar no consiste en maltratos entendió que eso era incorrecto.

“Yo tuve la oportunidad de encontrarme con una señora buena que me dio cariño y trabajo. Otros amigos que también eran maltratados no corrieron con esa suerte”, contó.

Hace dos años Pedro visitó a su madre por última vez y pudo darse cuenta que ella ya no castiga a sus tres hermanas menores como lo hacía con él.

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